viernes, 31 de enero de 2020

Uróboros

    Guerreros de los tiempos pasados. Adalides de lo fue y dejó de ser. Guardianes de las promesas verdaderas cuyo cumplimiento no está anclado a ninguna condición. Venid. Tomad asiento junto a este fuego. Resguardaos de la ventisca de afuera; pues esta noche tengo una historia que contar.


    Al abrigo de aquel campamento improvisado, iluminado por una tenue luz cálida asomando por las pieles de las tiendas de campaña, las estrellas del norte contemplaron a seis guerreros reunidos junto al fuego. Cada uno procedía de una tierra lejana a la del resto. Sus causas y motivos dispares, mas allí estaban, como en un armisticio en el que todos ganarían conocimiento.

    Distintos sois. Opuestos tal vez continuó el sexto de ellos que hacía las veces de anfitrión, sin embargo aquí estáis dispuestos a escucharme.
    Todos se miraron. Algunos no levantaban su mano de la empuñadura del arma. Alerta por antiguas rencillas. Otros rebosaban paz, creyendo en la buena fe de la reunión. Y algunos incluso permanecían serios, atentos, sí, pero con el rostro marcado por los daños del pasado.

    Decidme, guerreros, si en este alto el fuego, es de común saber la historia del Uróboros, cuya definición literal es la gran serpiente que se come su propia cola.

Los reunidos asintieron, expresando uno a uno por lo que en su tierra era conocido aquel concepto.

   El ciclo eterno dijo el guerrero de las tierras del norte.
   La representación del tiempo, pasado, presente y futuro respondió el guerrero del lejano reino del este.
  El renacer constante de la vida dijo la que aguardaba sentada dando voz a los reinos del oeste.
  La idea de que nada ni nadie desaparece del todo jamás concluyó el señor de las oscuras tierras del sur.

    El quinto de ellos guardó silencio sin prestar definición.

   Diferentes definiciones para un mismo concepto dijo el anfitrión, mas todas ellas tienen algo en común: La naturaleza cíclica de las cosas. Una eterna repetición que nunca acaba. Pero, ¿y si os dijera que del lugar del que procedo ocurrió algo imprevisto? Algo que desafió las normas y creó una nueva y única definición para lo que se daba por sentado los cinco representantes se miraron entre sí, confundidos, a lo que el anfitrión añadió—: Esta es la historia del quinto reino, y por qué conocemos a ese símbolo con un trasfondo diferente:

''Cuenta la leyenda que, en un reino olvidado que muchos tachan de no existir, un gigantesco dragón custodiaba las lindes de sus tierras. Año tras año, siglo tras siglo, su sagrada labor fue la de patrullar una y otra vez las mismas zonas. Tanto es así que, con el pasar de los milenios, incluso él mismo olvidó por qué motivo lo hacía.

Miles de años hizo lo mismo recorriendo kilómetros en círculo. Sujetando con los dientes su propia cola para no dejar espacio libre al peligro, convencido de que si se hacía daño a sí mismo a costa de salvaguardar su tesoro más querido, todo daño merecería la pena. Y así fue durante siglos. Aquello que quería proteger permaneció allí, a salvo del mundo exterior.

Como es lógico, con el pasar de los años, aquel reino creció. Sus fronteras ampliaron horizontes y esto obligó al Uróboros a expandir su cuerpo para abarcar más territorio. Apretó los dientes con más fuerza contra su cola para mantener la sagrada promesa, sintiendo el sabor de su propia sangre en su boca con más intensidad.

Y durante años continuó con su labor.
Patrulló una y otra vez el mismo recorrido. Deslizándose por las nuevas fronteras impuestas con más esfuerzo que antaño. El terreno de su circular trayecto era más extenso y requería de mayor esfuerzo, pero el valor de lo que protegía y más quería a cada día también creció.

Pasaron uno, dos, ¿tres siglos? Nadie ya lo recuerda, y las fronteras volvieron a cambiar. Esta vez dejaron de ser circulares para tener aristas, quiebros difíciles de seguir y kilómetros que se alejaban de su eje para luego regresar. 

Nuevamente el Uróboros aceptó ampliar su recorrido, e ignorando su resistencia extendió su cuerpo hasta límites dolorosos, apretó una vez más la mandíbula atravesando esta vez con sus colmillos el final de su propia cola, y contemplando cómo sus escamas sangraban al aprender a vivir en constante tensión, consiguió mantener la promesa a costa de su salud.

Para cuando pasaron otros cientos de años y un grupo de habitantes del reino, encandilados por las leyendas que se contaban acerca del legendario dragón circular contemplaron con sus ojos por primera vez al gran guardián, sintieron que no era como esperaban. Su color desteñido, su cuerpo cubierto de heridas secas que nadie trató, su boca ahogada en sangre propia, unido a un gesto de perpetuo sufrimiento disimulado, hicieron que las gentes de esa tierra sintieran que no era para tanto, que algo faltaba en él, pues no tenía ni la energía, ni el aspecto, ni la grandeza que contaban las leyendas.

Quedando únicamente el pensamiento que el propio dragón acabó creyendo en su mente, el Uróboros permaneció dando vueltas al mismo lugar incluso cuando ya nadie quedó tras las fronteras, incluso cuando todos se fueron, escuchando en su interior, una y otra vez, que cualquiera pudo haberlo hecho mejor que él''.

Honorables guerreros, ahora os pregunto: ¿Qué conclusión sacáis de esta leyenda?

    Los invitados reunidos junto al fuego, sin perder palabra de su anfitrión, interpretaron aquella historia con una conclusión acorde a sus valores:
   Hizo lo que creyó correcto dijo el guerrero del norte sacando la conclusión más neutra.
    El uróboros antepuso lo que más le importaba por encima de su integridad respondió el del este dejándose llevar por las emociones.
   La culpa fue mutua por querer tener todo bajo el control de sus expectativas añadió la guerrera del oeste siendo algo más crítica que los dos anteriores.
  La culpa fue del dragón por basar su vida en defender algo que ni siquiera pidió ser protegidoterminó el del sur.
   Tal vez todos tengáis razón y a la vez estéis equivocados dijo el anfitrión frente a las tenues llamas casi extintas de la hoguera Actuar como tus valores dictan está bien, siempre que no los conviertas en un arma de doble filo. Tampoco está mal sacrificarse por lo que uno quiere, pero sí lo está no tener en cuenta nuestros propios límites. Del mismo modo es un error tremendo dar por hecho que todo debe ser exactamente como esperamos, pues así es como se pierde la capacidad de disfrutar lo inesperado. Por último, antes de iniciar un propósito se debe estar seguro de que quiere cumplirse, así como de si realmente algo necesita ayuda o prefiere bastarse por sí solo.

    Largo fue el debate de todos ellos. La noche avanzó y cuatro de los guerreros fueron marchándose uno detrás de otro cada cual con su reflexión. Lentamente fueron resguardándose en sus respectivas tiendas de campaña en espera del alba, pero el quinto de ellos permaneció junto a las brasas del fuego hasta altas horas de la madrugada.

  ¿Y tú? dijo el anfitrión al quinto guerrero ¿Qué hay de ti? Imagino que tendrás una opinión.
El joven, que no había dicho palabra en toda la noche, contemplando cómo los demás se alejaban cada cual con su conclusión y desarmado por completo a excepción de una vaina vacía, quedó pensativo y cabizbajo.

   Mi opinión no es más que un cúmulo de dudas que jamás tendrán respuesta dijo ante el narrador.
  ¿Por qué lo hizo? preguntó retóricamente el narrador ¿Acaso te preguntas por qué el dragón continuó dando vueltas en círculos cuando ya nada quedó por defender? ¿Preguntas acaso por qué las fronteras fueron cada vez más inabarcables? ¿Por qué cambiaban incontables veces? ¿O tal vez te preguntas por qué, simplemente, ambas partes jamás llegaron a comprenderse del todo?
    El quinto guerrero miró al anfitrión, quien continuó hablando con un gesto de roto conocimiento:

   Hay seres maravillosos en este mundo. Unos son más cautos, otros más impulsivos. Los hay quienes viven sin pensar y otros que no viven por hacerlo demasiado. Los hay tristes, alegres, correctos y alocados,  pero todos tienen algo en común que define sus acciones:

Hacen lo que creen mejor. Sin importar las consecuencias. Sin importar, incluso, el daño que puedan hacerse a sí mismos.

   Afirmas pues que el uróboros tuvo la culpa de su propia desdicha aseveró el quinto guerrero.
   Todos somos culpables de parte de nuestro daño.
   ¿Qué crees que pensaba el dragón durante los años que permaneció en solitario tras el final?
  Esa respuesta solo podría dártela él, pero lo cierto es que nadie llegó a preguntar por su opinión ni una sola vez. Yo creo que el uróboros de aquel reino se sintió insuficiente. Sobrepasado e incluso, me atrevería a decir que reemplazable. Culpable por no haber podido ser más grande de lo exigido por las expectativas que marcaba su leyenda.
   Yo creo que simplemente se sintió solo dijo el quinto guerrero. Juzgado, mucho más que acompañado. Acostumbrado a tener que concentrarse en mantener la tensión más que de disfrutar de su promesa. Que por más que sobrepasó sus límites nadie fue consciente de verdad de sus heridas. Porque él debía estar ahí. Así lo prometió, y así debía ser. Sin más.
  Tal vez esa sea la raíz de todos los problemas de este nuestro mundo dijo el anfitrión preparándose para partir. Nos centramos tanto en lo que necesitamos que hagan por nosotros, que a veces olvidamos lo que los demás también necesitan de uno mismo.

Algunos se quedan dando vueltas en lo que conocen para evitar enfrentarse a lo desconocido. Otros lo hacen como un acto de autodefensa. Los hay que giran en torno a lo que creen que nacieron para ser,  otros que son incapaces de modificar su trayecto y otros, como es el caso del uróboros de nuestra historia, que se acostumbran a vivir con el dolor que ellos mismos decidieron provocarse.

    Dejando atrás la extinta hoguera y con el primer destello matinal alboreando el horizonte, el anfitrión recogió sus enseres y se dispuso a partir para continuar su camino. El quinto guerrero, incapaz de obviar las últimas palabras de aquella historia, gritó al ya lejano guerrero del quinto reino:

    ¡El úroboros de esa historia! clamó percantándose de que no había narrado el final  ¿Qué pasó con él?

    El narrador y artífice de aquella historia, sin echar la vista atrás, dejó ver su perfil conforme se alejaba sentenciando:

     Que dejó de morderse la cola.
    Y tras muchos años castigándose por no haber sido suficiente, dio el primer paso para alejarse del eterno círculo que lo mantuvo encadenado a lo vivido. Porque tal vez ya era tarde para sanar las heridas que le acompañarían en su piel hasta el fin de sus días, pero no iba a permitir que las secuelas de su promesa definieran su existencia.

























Pues a pesar de la sangre derramada por avanzar en círculos. A pesar de haberse acostumbrado a vivir con el sabor del dolor en su boca, aún confiaba en que otros ojos, todavía lejanos, viesen algún día la auténtica grandeza que haría honor a su leyenda.

-Vii Broken Crown-

''Para ser feliz levántate y vuélvete a caer, pues al tropezar avanzas más: Si te empujan, más rápido irás'' -Y que nunca te falte un Te Quiero, Mägo de Oz-

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