lunes, 23 de agosto de 2021

A ti, dentro de 10 años

Imagina por un momento algo imposible. Imagina que estás ahí sentado. Como una noche cualquiera, como un día más y, de repente, aparece alguien demasiado familiar. Sabes que le conoces, pero no de qué. Empieza a hablar de ti y acierta en todo, pero nunca habéis cruzado palabra. Cuanto más le miras más te suena y, sin embargo, más incómoda se te hace su presencia.

Imagina, por un momento, que tu yo futuro te dijera que ha venido a advertirte de lo que estás a punto de vivir en los próximos 10 años.

—Así que eso eres —me dijo—. No es posible.

—Estás acostumbrado a convivir con fantasmas del pasado —respondí—, pero los espectros del futuro también existen.

Mi yo pasado puso un gesto de terror. Era lógico. A la corta edad de 19 años apenas había empezado a descubrir que este mundo no era más que una sombra de todo lo que existe y tomamos por imposible más allá de lo real.

—Sé que has creído en algo más durante toda tu vida. Lo sé porque yo soy tú. Así que te propongo un trato: Si tú crees en lo que digo, podrás preguntar casi cualquier cosa que quieras saber.

Mi yo pasado me miró arqueando una ceja, esta vez con algo más de confianza en mí:

                —¿Casi… todo? —preguntó sin dejarlo pasar. Yo asentí.

                —Hay cosas que es mejor no conocer. De lo contrario pasarás los años esperando un momento concreto sin prestar atención a todo lo demás —él siguió mirándome con ciertas dudas—. ¿Aceptas o no?

              Tímidamente, asintió. O asentí, depende de cómo se mire. Satisfecho por aceptar la oportunidad que le ofrecí, me senté junto a él en un lugar para ambos bien conocido.

                —Este lugar seguirá siendo importante para ti dentro de tantos años —confesé—. Hay significados que no mueren con el paso del tiempo.

                —Lo suponía —me dijo—. Entiendo entonces que hay cosas que no cambiarán en mí.

                —El valor de una promesa. Vivir junto a quien quieres. Fidelidad, apoyo… todo eso son los pilares de nuestra personalidad. No puedes cambiar unas bases tan fuertes, ni siquiera proponiéndotelo lo conseguirías, porque dejarías de ser tú.

                —¿Crees que lo del otro día será…?

                —Quieto —interrumpí—. Solo preguntas generales. Nada concreto. Créeme. Es mejor así.

                Mi yo pasado pensó mejor su pregunta antes de volver a lanzarla:

                —¿Cómo seré dentro de 10 años?

                —Alguien roto. Muy distinto a este momento. Pero con los mismos valores intactos.

                —Eso quiere decir que pasará algo grave…

                —Algo no, muchas cosas. A veces con descansos. Otras demasiadas en poco tiempo. Pero te alegrará saber que de todas ellas saldrás adelante, aunque no ileso, me temo.

                —¿Perderé a alguien que tengo ahora? —preguntó. Yo dejé unos segundos de dura reflexión antes de responder.

                —Sí —le dije al fin—. Volverás a vivir la experiencia de perder a alguien al llegar al final de su vida. No será tan inesperado, pero al menos sabrás afrontarlo mejor. La experiencia te ayudará mucho. Por otra parte la pérdida no se vestirá únicamente de muerte. Perderás buenos amigos. Muchos conocidos también. Tu círculo se reducirá a menos de la mitad actual. Aunque también llegarán otros nuevos. Algunos que no conocías. Otros del pasado que no llegarás a conocer del todo hasta entonces.

                —¿Y qué hay de mis sueños? —preguntó casi con miedo—. ¿Qué pasará con ellos?

                —Te gustan las preguntas arriesgadas —le dije con una media sonrisa.

            —Sabes que no me gustan las cosas a medias —me dijo—. O lo hago bien, o ni siquiera lo intento.

                Yo sonreí negando con la cabeza, incapaz de no ver la belleza de esa juventud.

                —Frente a esa pregunta cualquiera querría escuchar que sí, que todos sus sueños se cumplirán. En tu caso… en nuestro caso, así será en algunas excepciones. De los 5 deseos que aspiras alcanzar, 2 de ellos llegarás a verlos cumplidos. Dudarás por muchos años creyendo en algún momento que no los alcanzarás, pero al final llegarán.  En uno de ellos reside el día más feliz de tu vida, al menos hasta lo que yo he conocido. En el otro, será un punto de inflexión que te hará creer que puedes lograrlo todo.

De los otros 3 restantes no puedo decir lo mismo. Uno de ellos seguirá tornándose lejano. Otro casi imposible, y el último creerás haberlo logrado, hasta que lentamente vayas dándote cuenta de que era de todo menos un sueño cumplido.

                Mi yo pasado agachó la mirada, pensativo, centrando su atención en el suelo, sentado y con los dedos entrelazados como una maraña de pensamientos.

                —2 de 5. Supongo que no está mal.

                —Está mucho mejor de lo que crees. Te costará entenderlo. Pero llegarás a valorar lo que conseguiste. La reacción de la gente y lo que llegarás a escuchar de sus palabras te ayudará a entender la grandeza que has conseguido.

                —De esos 3 deseos restantes hay uno más importante que cualquier otro —añadió—. Sabes de lo que hablo.

                —Lo sé —respondí.

—¿Crees que llegaremos a conseguirlo?

Por primera vez no tuve respuesta. Mi gesto de duda, por lo visto, fue una respuesta más evidente de lo que creí.

—Entiendo —dijo mi yo pasado.

—Si te soy sincero, conforme pasen los años dudarás cada vez más de verlo cumplido —respondí sentándome a su lado—. Te harán creer de una forma tan cruel que lo alcanzaste, que no puedo decirte si querrás volver a intentarlo. Estás a punto de empezar a vivir los 10 años más intensos de tu vida. El próximo otoño será el punto de inflexión en el que empezarás a notarlo.  Empezará como algo simple, e irá evolucionando, cambiándote en el proceso. Perderás partes de ti que no querrás recuperar. Otras que te empeñarás en volver a encontrar. Pero si me permites un consejo que ojalá hubiera sabido aplicar, sería este:

Si tienes que perder algo, no te aferres. Permítete perderlo. No pongas esfuerzos infinitos en volver a pegar esa parte de ti a un espacio en el que no quiere estar. Deja que se desprenda. Deja que se marche. De lo contrario no solo perderás un fragmento de ti, sino también tiempo, energía, confianza, e incluso salud.

Ningún fragmento vale más que el resto de ti mismo.

                Mi yo pasado pareció entenderlo, pero en su rostro vi que no compartía mi opinión. Yo sonreí; era inevitable cambiar el pasado. Nadie hace caso a lo que no le gusta creer, ni siquiera cuando es uno mismo quien se lo dice. 

       —Tienes mucho que cambiar. Pero también mucho que aprender. Te esperan unos tiempos extraños, ilusionantes y que, hasta la fecha, no volverás a revivir. Aprovéchalos. Valora como se merece a cada persona que está a punto de llegar. No seas como lo fui yo a veces, y presta atención a  lo que puedes llegar a significar para alguien, en lugar de centrarte en lo que quieres que sean para ti los demás.

No puedes controlar lo que el resto acabará siendo para ti, pero sí puedes determinar quién serás tú para ellos.

    —Me hablas como si fuera a ser el malo de la película —me dijo.

    —No eres tan bueno como crees, ni el resto tan perfectos como esperas. Con el tiempo lo entenderás: Todos somos el enemigo en una historia. No te creas que siempre serás el héroe.

Antes de marcharme me levanté y acaricié su larga melena adolescente con ternura, diciendo:

                —Solo conozco los próximos 10 años. No te desanimes. Ni tú ni yo sabemos cómo acabará nuestra historia. Pero... sí sé, cómo empieza.

Con un leve movimiento de mi mano, dejé caer un pequeño collar en sus jóvenes e inexpertas manos. Él lo miró. Después a mí, confuso, sin llegar a comprender.

    —Todos nacemos dos veces. La primera al llegar al mundo. La segunda cuando comprendemos para qué. Y tú estás a punto de descubrir por qué estás aquí. Este será el símbolo que te guie cuando tu destino venga en tu busca. Porque vendrá. Y está muy cerca.

                Él me miró sonriendo a escondidas.

                —Supongo que por ahora me basta con sobrevivir a lo que está por empezar.

                —Y lo harás, créeme. Si no, yo no estaría aquí. No lo olvides cuando más falta te haga, porque llegará un momento que el camino parecerá tornarse en final.

                —¿Y cómo sabes cuál es el camino correcto en esos momentos? —preguntó.

                Un susurro fantasmal desde el interior del corazón retumbó en mí. Con la mano en el pecho y un gesto de apacible nostalgia, respondí:

                —A veces distintos caminos, llevan al mismo destino. Recuérdalo cuando la Oscuridad venga a buscarte para ponerte a prueba.

            

                Alejándome con la sensación de haber aprendido algo de mi yo pasado, un fuerte tirón del brazo paró mis pasos en seco. Miré hacia atrás y ahí estaba yo, reteniéndome a mí mismo, aferrado al futuro desde el pasado, pronunciando una última pregunta que no pudo partirme más el alma al no poder ofrecer la respuesta esperada.

 —¿Crees que seremos felices?

                Mirándome a los ojos, separado por una distancia de una década, y con toda la sinceridad que cabía en mi alma, respondí a modo de despedida.

    —Creo... que ya nos merecemos llegar a serlo.

              Vii Broken Crown

                     ''Pinto amaneceres sin saber cuál es el color que ahora tiene tu piel''. -Mägo de Oz, Siempre-

1 comentario:

  1. Curioso y agradablemente nostálgico encontrar un blog "vivo".
    Emotivo texto, casi aplicable a todxs.
    Un saludo

    ResponderEliminar