jueves, 31 de mayo de 2018

Las secuelas del Soñador


Desperté de un salto bañado en sudor, buscando con unos dedos temblorosos la llave de la luz, mas mi lámpara azulada había despertado por sí sola antes que yo. Mentiría si dijese que no me recorrió un escalofrío al escuchar aquella voz. Una voz grave, oscura, tan lúgubre como una noche sin estrellas, como una luna menguante, como un llanto en la oscuridad. Una voz que me arrancó el alma del sueño, arrastrándome a la realidad. Una voz que tan solo dijo:

    ―No esperaba verte tan pronto.



<<No está aquí>>  dije en un intento por calmarme. El corazón acelerado no dejaba de mirar a los recuerdos en silencio, confiado en volver a la normalidad. Aliviado y confirmando que permanecía despierto de verdad respiré hondo antes de volver a tumbarme. El sueño tardó en atraparme, pero por suerte lo hizo.

Sin que la tenue luz de mi cuarto dejara de hacerme compañía dormí. De nuevo. No sé cuánto tiempo pues de sobra es sabido que en ese reino todo es muy relativo.

Divagué por el subconsciente. Profundo retiro de descanso. Visitando anhelos sonriendo. Vigilando memorias de reojo. Alzando el brazo hacia los deseos rozando la experiencia con mi otra mano. En un instante podía pasar de imaginar lo que estaba por venir a ser consciente de lo ya acontecido. Todo a la misma vez. 

Omnipresente en mi auténtico hogar, la sensación de volar se convirtió en una irrefrenable sensación de caída al vacío que me hizo despertar.

Otra vez la luz del cuarto estaba ahí. El pulso marcando las mil. 
La falta de aire y la mano sosteniendo mi frente antes de que se lo pidiese acudieron a mi despertar. Me incorporé. Por algún motivo ya no estaba cómodo en la cama. Caminé hacia la ventana que no mostraba más que una tenue farola alumbrando la calle, solitaria, melancólica. 

Algo me expulsaba de mi reino. No quería que entrase allí.

<<No está aquí>> volví a repetir incluso negando con la cabeza esta vez. <<No lo está…>>
Como ese impulso de saber cuál es la respuesta pero sin querer asumir su naturaleza, algo en mí recordó de nuevo las palabras del primer despertar. <<No esperaba verte tan pronto>> dijeron. Familiar pero desconocido. Lejano pero parte de mí. No tardé en volver a la cama en busca de paz.

Vorágine de sueños que volvió a alcanzarme. Silencio nocturno en las profundidades del reposo. Pero lejos de encontrar los lugares que deseaba como de costumbre, las cosas que allí vi esta vez retorcían toda lógica.

Me vi corriendo calle arriba, agotado, sin posibilidad de parar pero sin avanzar.

Me vi nadando en un mar sin fin. De noche, sin luz, sin tierra. Con la libertad de poder ir a donde decidiera sabiendo que toda elección sería un error.

Me vi en un bosque al atardecer. Con el sol de frente, cegando la vista, obligado a avanzar sabiendo que los árboles golpearían mi camino.

Me vi huyendo, gritando desconsolado por una calle llena de gente que no miraba. Algo me perseguía y solo yo podía verlo.

Me vi rodeado de palabras. Conversaciones ajenas que ahogaban mis pensamientos. Palabras burlonas que si bien no entendían la tranquilidad de mi silencio, lograban que yo mismo pensase en existir equivocado.

Me vi haciendo algo parecido a un regalo más tarde despreciado entre risas de gente sin rostro.

Hasta verme en un aeropuerto buscando al grupo que acompañaba. Ellos se habían ido y mi billete estaba equivocado.

Una eterna sucesión de escenas sin sentido. Inconexas. Para nada familiares. Salvo esa voz. Esa voz que me arrancó el alma del sueño cuando dijo con oscura felicidad:
¿Olvidaste tu respuesta?

De nuevo huí de la cama. Esta vez con más prisa que modorra. Apoyé la espalda en la pared, respirando jadeante, con los ojos clavados en  la cama, extraño portal a lo desconocido, observando con miedo mientras aquel tono de voz se clavaba como un puñal retorcido en la cordura. Agarré inútilmente la pared arañando mis dedos.
Volví a respirar. Y otra vez. Y otra. No sabía qué hacer. Necesitaba beber agua pero no lo haría. No tras esa oscuridad al otro lado de la puerta. No caminaría sin ver mis pasos. No lo haría. Otra vez no.

¿El motivo? Ya había recordado de quién era aquella voz.

Negando desde mi interior apresuré a buscar algo en el escritorio. La lluvia de papeles caía al suelo fruto de la prisa, de la incredulidad. Aparté todo cuanto tenía por medio hasta encontrar lo que buscaba. Abrí aquel objeto. Busqué la página exacta. Conocía aquello como la palma de mi mano, pues no era otra cosa que el alma tatuada en papel.
Como un viejo soldado recordando la guerra. Como un guerrero rozando sus heridas, leí: ``Contigo por ser parte de mí, y contra ti las veces que haga falta´´.

De pronto se hizo el silencio en mi mente. Un silencio que ahora recordaba más cercano. Dejé de negar pues era cierto: Lo prometí.

Él solo se acercaba… Él solo advertía… Él nunca se iría del todo…

Pero las demás tampoco.

Sin pensarlo tan siquiera volví a la cama. Respiré hondo. Cerré los ojos y me tumbé. A diferencia de otros intentos esta vez caí instantáneo. Una vez allí era plenamente consciente de lo que eso significaba. No aparecí donde yo esperaba, sino en la nada. En la oscuridad. En el no existir. Salvo por esa mirada. Sabía de sobra que mi ansiedad tenía nombre. Tenía forma. Tenía vida.
Con unos ojos desafortunadamente familiares se postró ante mí, sonrió, maquiavélico, con fuerzas renovadas, y con un susurro rencoroso lo confirmó:

Ya te dije que volvería.

Quiso sacarme una vez más de mi reino. Me expulsaba hacia la realidad pues las sombras eran terreno sagrado para Él. Pero no. El camino hacia el ojo de la tempestad aún se torna lejano. Me dice que despierte.

                             Pero no. No iba a permitirlo. Debía seguir durmiendo.


                                             Debía… seguir soñando.
     
                             -Vii Broken Crown -

``No quiero olvidar quién es él. Dejarme atrapar sin dudar. No quiero olvidar y perder. Llegar hasta el fin y volver´´-Mägo de Oz, El violín del diablo-

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