miércoles, 3 de junio de 2020

Opinión sobre Estatuas en la Oscuridad, por Carmen

 Hace más de tres años que la literatura tiene mi pequeña aportación. Hace tres veranos que el que fue mi primer libro llegó a las tiendas y, sin embargo, me siguen llegando opiniones singulares. Lo que hoy os traigo es la que, seguramente, sea la opinión más detallada que me han dado de mi propia obra. Un detalle de una lectora que disfrutó como pocas veces lo ha hecho según sus palabras y que, en agradecimiento, me dedicó esta reseña.

Bajo su permiso y devolviéndole el agradecimiento, sus palabras quedarán inmortalizadas en este reino para siempre. 

Gracias, Carmen.

     El protagonista va de camino a su Limpieza de Alma, como de costumbre, en patines, cuando le acecha una tormenta que le pilla de imprevisto. En su libreta, a la que nadie tiene acceso, aparece un símbolo morado que él no ha dibujado. Una Rosa de los Vientos que dará mucho juego y que cobrará mucha relevancia a medida que avance la historia. Una vez en el Santuario tiene que superar una serie de pruebas que le imponen sus cuatro enormes estatuas que ponen a temblar todos sus cimientos y le hacen dudar hasta de sus sombras, de sus recuerdos del pasado y de lo que le está por llegar pasando por los recovecos del corazón. Allí donde la realidad y la fantasía van de la mano. 

Es ahí, en una delgada línea de entre lo que supones que es real y lo que realmente lo es. Por lo que aquí es importante saber si... ¿crees en los sueños? 

¿Crees en TUS sueños?

     Este libro tiene una energía y vitalidad que habla por sí solo, a pesar de que aquí dentro todo está a oscuras... es luz. En ningún momento hace referencia al nombre (salvo al final con el reino) y en parte es algo que genera curiosidad, pero creo que es algo positivo puesto que da más pie a que el lector se crea el propio protagonista. Tiene el punto de vista de alguien que parece saberlo todo y que a su vez es consciente de que tiene mucho que aprender, con humildad, nobleza y con toques de ternura por bandera. Empatizas pronto con el personaje y me parece imposible no sentirse identificado con esta historia puesto que todos en algún momento de la vida hemos sufrido en primera persona lo que narra. Es una historia que, aunque es relativamente corta, se queda grabada. Te cuenta su camino soltando atisbos para que descubras el tuyo y que en algún momento conozcas tu propio Santuario. Estas estatuas son una dosis de realidad en la cara.

     Hay algo que me parece de vital relevancia y es que “Estatuas en la Oscuridad” tiene (mínimo) 2 leídas. 

La primera es en la que conoces los personajes y lo que les ocurre en sí. En la segunda empiezas a contemplar otros detalles muy a tener en cuenta, a ver símiles entre lo que dice y a qué o quién se refiere, a cuestionarte un poquito más, a darle un sentido más intenso y trasfondo a ciertas frases, a fijarte en las rimas, etc. 

Esta segunda lectura aquí es obligatoria sí o sí.

Este libro es una lección de vida que nunca pretendió serlo. Y eso es de lo más bonito que tiene. Bajo ningún concepto empieces a leerlo por el final porque es un spoiler brutal. Presta atención a todos los detalles, aunque creas que no tienen relevancia, porque sí que la tiene. 

Son estos matices los que marcan la diferencia. Hay mucho ahí escondido, aunque no te lo parezca en una primera lectura. Y es por esto precisamente que cada vez que se lee se ven mensajes o ciertos significados que en la primera leída no te fijaste y es posible que los pasaras por alto. Como me pasó a mí. Descubrí mucho más con la segunda leída. Y seguro que encuentro más detalles importantes con una tercera lectura. 

En el libro hay varias referencias ocultas a este blog.

El protagonista apuesta por sus sueños pese a auto infravalorarse, a creer sus propias mentiras. Habla de la gente que disfruta del dolor ajeno, habla de los miedos, de las inseguridades, de las dudas,  de la culpa por haber desperdiciado el tiempo, de los momentos que podrían haber sido y que no fueron, y, como no, de la pérdida prematura de alguien importante. Le caracteriza un fuerte e intenso sentimiento en todo lo que hace y dice. El forja una coraza que ha ido creciendo y endureciéndose con el tiempo y los daños hasta dejar de ser en parte como verdaderamente es. Descubres que le corroe aparentar estar bien. Todo esto le conlleva durante esta historia a ampliar su visión de los conceptos que le dicen las estatuas, a hacer cambios en su persona. Pasa de dudar sobre sí mismo a ganar una confianza entrañable. Sueños y pesadillas tienen una lucha constante que finalmente vence la que decides alimentar.

     Empieza siendo un personaje secundario en la historia su vida para acabar dándose valía como personaje principal y único de ella sin ser una sombra de lo que ha vivido. Pone en cuestión a sus adversidades y a su dolor interno con cierto respeto. Es una utopía auténtica que alcanza y domina. Conoce lo efímero de lo eterno. Llega un punto en el que le gustaría olvidarse de todo inclusive de las mismas pruebas tan solo para estar más tiempo con ella, con quien tienen una conexión y complicidad increíbles. Y que le da una despedida que en su momento no sucedió.

     También llega un punto de enfrentarse a lo peor de uno mismo. La encarnación de los miedos. Aquello que representa la última estatua. O comes o eres comido. No hay más. No valen huidas. Esta estatua es sí o sí una tesitura por la que pasa el protagonista. Duele, te pone en estado de alerta y causa heridas profundas en alguien incompleto. Esta efigie nunca desaparecerá; volverá con nuevos y diferentes pavores, pero es el protagonista quien decide qué tan cerca o lejos quiere tenerla. Puede sacar lo mejor y lo peor de uno mismo partiendo de que todos estamos un poco rotos. Es por ahí por donde aprovecha para ir a cuchillo, o a espada en este caso. Aquí tiene mucho juego la mente y el corazón.

     Y... ¿sabes qué?

     Que consigue que el temor y la valentía vayan de la mano siempre. Aquí no está la fórmula para vencer a tus miedos, ni allá cerca, pero sí te dice que los confrontes cada vez que vuelvan. Acepta sus defectos para que no sean usados en su contra.

     Consigue, en parte, lamer el dolor de las heridas diciendo verdades indiscutibles.

     Consigue empezar cuando todo se acabó.

     Consigue crear una utopía alcanzable.

     Consigue un equilibrio entre las 4 direcciones que necesitan el alma y el corazón.

     Consigue ser su propio Rey.

     Consigue poner en duda a las pesadillas sin olvidar que también forman parte de lo que es él.

     Y todo esto que consigue el protagonista... lo acabas adhiriendo tú ya sea al pie de la letra o trasladándolo a tus estatuas. Tú decides quién está contigo y quién contra ti. También determinas el límite de lo que es real o no. Estas efigies son aprendizaje con lecciones y valores que a veces se quedan aparcados.

   Agracezco las cicatrices que nos dejan nuestra estatua del Norte, por mostrar la verdad, la fugacidad del tiempo y el recrear nuevas experiencias y momentos que en un futuro éstas también serán pasado y se recordará como un momento feliz.

     Gracias a las cicatrices que nos dejan nuestra estatua del Este, por enseñar el concepto de que lo que verdaderamente es real: que lo que sentimos también es real, aunque para otros sea una locura.

     Gracias a las cicatrices que nos dejan nuestra estatua del Oeste, por conservar a esas personas que queremos, que nos quieren y que siempre nos estarán esperando, aunque sin prisa. Por ponerle punto a lo que (no) fue y que no dejará de ser, aunque pasen 500 años.

     Gracias a las cicatrices que nos dejan nuestra estatua del Sur, somos conscientes de que nuestro pasado y el cómo lo vivimos fue real. Porque nunca es igual la misma persona que sale que la que entra.

     Este libro lo ha escrito Vii, pero podríamos ser cualquiera de nosotros. Y otro punto a su favor es que tiene una parte ambigua que facilita que traigamos ese hecho al nuestro propio y le encontremos el sentido que le faltaba. De que ya es hora de escribir en nuestra hoja en blanco.

 

     Respecto a la historia, en la primera leída pensaba que la efigie del Norte se quedaba un poco coja en comparación con las otras, pero no. Es más corta y más sencilla, pero muy intensa. Corto pero intenso, como se suele decir. 

La Estatua del Este es una hostia a la negación sobre aquello que creemos que es porque así lo sentimos cuando no estamos siendo objetivos. Nos dejamos guiar más por lo de dentro y nos cegamos a la realidad. 

La estatua del Oeste cobra “vida” con alguien a quien hemos perdido, aunque en realidad nunca se haya marchado y muchos menos olvidado. Es simple y llanamente magistral. ¿Es mi favorita de favoritas por lo que ha implicado y significado esto? Efectivamente. Pero pensándolo en frío, todas tienen su aquel, incluso la última. 

La estatua del Sur es con la que peor se pasa en el sentido de que va al cuello, desde el principio va a por ti, no quiere que superes la prueba: Quiere verte derrotado, quiere que te quedes con él para siempre para que “no sufras” una vida real.

     Con forme iba leyendo a una estatua pensaba que era mi favorita, que me encantaba, pero llegaba la siguiente y me gustaba más. Así con todas. 

Es una lectura amena, rápida y fácil de leer. Cuando la acabas te quedas con ganas de más, de conocer más estatuas, de seguir adquiriendo más lecciones, de seguir en El Santuario un ratito más. Yo la que más, pero ya tengo más asumido que no. Pero me ha dejado un encargo que pienso hacer y es averiguar mis cuatro estatuas. No porque me lo diga el libro, sino porque me lo debo. 

Este libro se ha convertido en debilidad. Prometido. No es el mejor libro que se haya escrito en la historia, pero a mí me ha atrapado un poquito (bastante) que es lo importante, y vaya si me lo quedo. Tiene muchos factores que hace que lo haga mío.

     En lo personal he de decir que me ha abierto los ojos en varios aspectos, especial en uno y... he hecho “click” con este libro de una manera sobrehumana, sobrenatural. ¿No te ha pasado alguna vez que leyendo has encontrado alguna frase o párrafo has pensado: “buah, es que esto es tan yo... me representa tanto que podría haberlo escrito?” Pues eso, ESO precisamente es lo que me ha pasado con todo el libro. 

Llega un punto (en la segunda lectura) en que dejé de leer la historia que me estaba contando alguien desde su punto de vista con el que me identificaba para empezar a leerme yo en esas líneas, en esa historia. Ocurre muy pocas veces, pero cuando ocurre es... ¿mágico? No lo sé, pero a mí me parece algo brutal. No me había pasado nunca nada parecido con un libro entero, y dudo mucho que haya otro. En definitiva... se metió en mí sin miedo y con ganas. Este libro se quedará conmigo, puesto que es mucho lo que he aprendido con él. 

Es el libro de mi vida, por decirlo de alguna manera. Y no me quepa duda alguna de que volveré a él cuando me tambalee el equilibrio de alguna de mis estatuas. ¿Quién no titubea de vez en cuando?

     ¿Confirmamos que este es el mejor libro que me he podido echar en la cara? Confirmamos.

 

     Declaración al autor: Ya sé que esto oficialmente es tuyo y que lo has escrito tú, pero también lo he sentido mío y parte de mí. Eternas gracias por brindarme con esto. Es lo que necesitaba en el momento justo. Gracias de verdad, y de corazón.

 

PD: No dejes de escribir. Sanas haciéndolo. Y no solo te curas a ti.

 

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